RELATO CORTO CERVEZA A PRESIÓN
CERVEZA A PRESIÓN
Las manos del barman, se movían con agilidad y precisión. Inclinó la copa de bola debajo de la espita de la cerveza al tiempo que accionaba la manija.
La copa comenzó a llenarse sin ni gota de espuma. Cuando llegó a la mitad de su capacidad la puso vertical.
Instantes después se había formado una capa de espuma de unos dos dedos de grosor. Justo cuando parecía que iba a desbordarse, cerró la espita y con una espátula de madera enrasó la copa. La espuma sobrante cayo suavemente en el sumidero del kegerator.

Con movimientos rápidos situó un posavasos sobre la barra y depósito la copa sobre el mismo.
Pedro, comenzando a salivar pensando en el increíble sabor del líquido color ámbar, se dispuso a coger la copa…
Fue entonces, justo en el momento anterior de sorber el primer trago, cuando se despertó sobresaltado.
Tardó un par de segundos en saber dónde estaba y quien era y, con cara de cabreo, simplemente dijo: «¡Mierda!»
Hacía ya varios meses que no había cerveza. Bueno, de hecho, hacía ya mucho tiempo que todo escaseaba. Era difícil incluso encontrar comida y lo que era aún peor era encontrar dinero con que pagarla.
Había pasado ya mucho tiempo desde aquel primer apagón que a fines de abril del 25 dejó sin luz a la península ibérica.
Aquel apagón debería haber sido una clara advertencia del problema que se avecinaba, pero nadie hizo caso.
Ningún país, ningún mandatario tomó medidas para reducir el insoportable consumo de energía. Ese desmedido gasto energético que habían originado primero la minería de las criptomonedas y después el uso de la inteligencia artificial.
Todo esto añadida al ya enorme consumo generado por el uso masivo de móviles, ordenadores, vehículos eléctricos, electrodomésticos y a todas las paridas, que nos prometían una vida más feliz, condujo al colapso del sistema energético.
Los bancos, al no poder acceder a los sistemas informáticos no podían dar dinero a sus clientes. Las tarjetas de crédito no servían para nada. Las bolsas a nivel mundial, se fueron a hacer puñetas.
El frío, el hambre y, sobre todo, la incapacidad de la mayor parte de los seres humanos para autoabastecerse, sembraron el mundo de muerte y desolación.
Como los surtidores de combustibles fósiles casi habían desaparecido y los que quedaban funcionaban con electricidad, tampoco se podían usar vehículos de ningún tipo. Eso hizo que no se recogieran los cadáveres que, por doquier, yacían en calles y plazas.
Solo unos pocos, entre los que se encontraba Pedro, habían sido capaces de abandonar los núcleos urbanos para buscar la subsistencia en la propia Naturaleza para adaptarse a la nueva realidad. Una realidad despiadada pero que tal vez, pasado mucho tiempo, condujera a un mundo mejor.
Cerveza a Presión – Serie Relatos Cortos – Copyright ©Montserrat Valls y ©Juan Genovés