RELATO CORTO PRINCIPIOS
PRINCIPIOS
Jon había nacido décadas atrás en Espálica, un país donde diversas culturas y lenguas se amalgamaban, ¿fraternalmente?, desde hacía siglos. Desde muy joven, poseía una habilidad innata para comprender y ejecutar tareas con gran rapidez.
Esta capacidad le había granjeado el aprecio en sus primeros empleos, permitiéndole ganarse la vida holgadamente. Sin embargo, pronto sintió que los límites del trabajo ajeno no satisfacían sus ambiciones, y con menos de veinte años ya había fundado su propio negocio.
Tras varias relaciones largas pero infructuosas, conoció a la persona con la que finalmente compartiría su vida. Ella era, a la vez, muy distinta y sorprendentemente parecida a él, especialmente en sus principios y su inquebrantable honestidad.
Ambos desarrollaban sus profesiones con eficacia y empatía hacia quienes requerían sus servicios. Esto les permitía vivir sin apuros económicos y dedicarse, asimismo, a hobbies creativos. Habían incursionado en la radio, la televisión, escrito libros, diseñado aplicaciones de gimnasia mental y un sinfín de proyectos más.
Cualquier otra persona con sus logros probablemente nadaría en la abundancia. Ellos, en cambio, vivían modestamente. Esto se debía, paradójicamente, a los firmes principios de Jon y Mart. Su incorruptibilidad los convertía en figuras incómodas en ciertos ámbitos.

En la radio, trabajaron en una buena emisora local, donde escribían, maquetaban y presentaban su propio programa. La calidad de sus contenidos, tanto en esquema como en temática, era innegable; prueba de ello es que más de una emisora había intentado replicar formatos casi idénticos. De hecho, grandes cadenas como Onda Cauce plagiaron sus ideas, pero no lograban hacerlas funcionar. El encanto residía en la espontaneidad y la rebeldía que le imprimían Mart y Jon, o Jon y Mart, que tanto monta, monta tanto. Uno podría preguntarse por qué no los contrataban a ellos directamente. La razón era sencilla: eran demasiado disruptivos para un sistema encorsetado.
En una ocasión, por ejemplo, en su programa criticaron duramente al juez Punzón, entonces muy mediático, por llevar a juicio, de forma meramente simbólica, a un dictador sanguinario llamado Cenicientochet, que había oprimido a su país durante décadas. Aquello habría tenido utilidad si el dictador aún estuviera activo, pero lo hizo cuando —hablando en plata— su poder era ya nulo. Mientras ellos lo desacreditaban, el resto de los medios elogiaban la supuesta valentía del juez, quien, por cierto, tiempo después cayó en desgracia y pasó a ser, según esos mismos medios, un auténtico paria.
Cuando hicieron televisión en una emisora local, experimentaron situaciones análogas. Cadenas de ámbito nacional como Monitor 3, en su programa “Escritos Venusianos”, también plagiaban sus segmentos. Sin embargo, probablemente a causa de su inquebrantable honestidad y principios, jamás les ofrecieron la posibilidad de aparecer en alguno de sus espacios.
Cuando escribieron su primera novela, contactaron con un agente literario. Este, tras analizar la obra, les aseguró que existían grandes posibilidades de publicarla en una buena editorial. Un año después, el agente se dio por vencido. Les dijo, con una mezcla de frustración y desconcierto: “No entiendo nada. Presento la obra al editor de una editorial, le parece muy interesante y, finalmente, la dirección declina publicarla. Me ha pasado con varias y no he podido averiguar dónde radica el problema. Escribid otra distinta y probaremos de nuevo”.
No mucho después, el agente literario tenía una nueva obra en sus manos. Al terminar de leerla, exclamó con renovado entusiasmo: “¡Esta vez sí! Estoy seguro de que me la quitarán de las manos”.
Sin embargo, el desenlace fue idéntico. El agente les sugirió entonces buscar una editorial más pequeña para una coedición. La presentación oficial se hizo en la librería “Un Libro en Casa”, establecimiento en el que la editorial “El Cometa” poseía una participación significativa.
Gracias a la promoción de Jon y Mart, a la presentación asistieron unas cien personas, una cifra que pocos escritores logran congregar. Tal vez por ese motivo, la editora de uno de los sellos de “El Cometa” se interesó por la posible segunda parte de la novela.
Ante la propuesta de la editora, ambos se ilusionaron enormemente y pocos meses después le entregaron la continuación, titulada “Disparan a los Camellos ¿no?”. La editora la leyó y quedó encantada. Firmaron un contrato y se hizo la primera edición. Sorprendentemente, la obra nunca recibió publicidad. En la web de la editorial, el enlace de compra estaba inoperativo.
Ante esta situación, Jon y Mart se quejaron a la editora. Esta, que ya había perdido su cordialidad, pareció recibir la noticia con un alivio inmenso cuando ellos sugirieron la posibilidad de rescindir el contrato por incumplimiento de la editorial, y aceptó de inmediato.
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En el momento actual, Jon, consciente de que probablemente partirá antes que Mart, quien es bastante más joven, y que su ausencia reducirá los ingresos familiares, se pregunta si mantener sus principios, su honestidad y su incorruptibilidad ha valido realmente la pena.
Principios – Serie Relatos Cortos – Copyright ©Montserrat Valls y ©Juan Genovés