RELATO CORTO POMA

POMA

Marta se levantó como cada mañana. Su perrita Poma, la miró de soslayo y siguió acurrucada en su camita como si eso no fuera con ella. Tenía muy claro el ritual de cada día y prefería esperar un poco antes de desperezarse.

La mujer se dirigió al lavabo y después de lavarse se fue a la cocina. Preparó su desayuno y también el de Poma, que apareció como por ensalmo justo cuando se lo ponía en su comedera.

Poco después ambas paseaban sin prisa por las calles de la ciudad. A Marta le encantaba andar y Poma a pesar de su reducido tamaño, como corresponde a un bichón maltés, no le hacía ascos.

RELATO CORTO POMA
RELATO CORTO POMA

Después del largo paseo, cuando estaban entrando en la escalera, Poma pensó en lo que seguía: Marta le lavaría las patas, la secaría con el secador —eso no le gustaba demasiado— después la peinaría y jugarían un rato con la pelotita… ¡Y finalmente le daría la chuchería de pato que tanto le gustaba! Esbozó una sonrisa de placer.

Comenzaron con el ritual doméstico diario y una vez concluido, Marta, cogió la pelotita y se la tiró por el pasillo. Poma corrió tras ella varias veces y se la llevó a su dueña otras tantas, eso sí, sin dársela de una forma clara. Era parte del juego.

Cuando ya había corrido unas 15 veces por el largo pasillo, pensó que ya tocaba que le diera el “premio” y aminoró su paso al pasar frente a la cocina.

Marta sonrió y con voz cantarina dijo: —¿Ya quieres el “pato”? —así llamaba al premio que tanto ansiaba la perrita, que pareció afirmar con la cabeza.

Justo cuando la mujer llegaba a la puerta de la cocina sonó el teléfono y Marta le dijo a Poma: —Un momento, ahora te lo doy.

Poma resignada se quedó de pie frente a la cocina, pero después de un buen rato de esperar, oyendo que su ama seguía hablando se tumbo en el suelo. Medio adormilada, sin despegar la cabeza del suelo, miraba hacia arriba de reojo el pote que conservaba sus premios en la estantería.

Pasó casi media hora hasta que Marta terminó de hablar, miró su reloj y vio que se le estaba haciendo tarde. Con rapidez se dirigió hacia la habitación para hacer la cama y prepararse para trabajar sin acordarse de la chuche que le debía a Poma.

Esta al verla pasar a su lado sin darle lo que le tocaba ladró explicándole a Marta que le tenía que dar su premio. Evidentemente la mujer no lo entendió, aunque cualquier perro que supiera hablar, lo hubiera traducido por: —¡Hey! ¿Qué pasa con mi pato?

Viendo que Marta no se enteraba, repitió su petición, pero en lugar de ladridos usó lastimeros aullidos para hacerlo. Tan lastimeros que la mujer pensó que le pasaba algo al animal y corriendo se fue a ver que era ello.

Al llegar a su lado, viéndola tumbada en el suelo, la acarició mientras le preguntaba: —¿Qué te pasa? ¿Te sientes mal?

Poma se esforzó en poner sus ojos lo más tristes posible, mientras con movimientos de la cabeza señalaba la estantería. Su ama no entendía lo que le pasaba, alarmada llegó a pensar que los movimientos de la cabeza podían ser convulsiones…

Entonces Poma se levantó de golpe y poniéndose en pie sobre sus patas traseras, vigorosamente comenzó a arañar la pernera del pantalón de Marta, en tanto que obcecadamente miraba el bote con sus premios.

Fue entonces cuando la mujer, riendo, comprendió lo que había sucedido y con premura bajo el bote y sacó un bastoncito de pato. Mientras lo troceaba, Poma no cesaba de mover la cola… Al cabo de un momento, se había restablecido la calma… y, ahora sí, la perrita ya pudo tumbarse en la alfombra del comedor a reposar tranquilamente y la mujer reanudar sus quehaceres.

Poma – Serie Relatos Cortos – Copyright ©Montserrat Valls y ©Juan Genovés

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