RELATO CORTO NOCHE DE REYES

NOCHE DE REYES

Rafael tenía 85 años, entornó los ojos, sintiendo el frío del invierno en su rostro surcado de arrugas, cuyos trazos componían el mapa perfecto de su existencia.

Aquel 5 de enero acababa de poner cerca del balcón de su casa los regalos de Reyes para su bisnieto. Todos envueltos con primor y rematados con un lazo de cinta roja brillante.

También había dejado en el balcón un viejo cubo de metal que, en teoría, los camellos de los Magos se habrían bebido el agua que contenía. Así mismo en un balde de plástico había dejado un par de mendrugos de pan mordisqueado, para explicar que también se habían comido el pan que les había puesto.

En una pequeña mesita de centro dejaría también una bandeja con el envoltorio de una tableta de chocolate arrugada, algún resto de galletas y, naturalmente, unos vasitos con restos de moscatel. De todo ello habrían dado buena cuenta los pajes y posiblemente los mismísimos Reyes.

NOCHE DE REYES
NOCHE DE REYES

Era el escenario perfecto para que un pequeño de 4 años sintiera en su corazón la misma ilusión que él había sentido de pequeño.

Se sentó en su sillón preferido y miró con ternura el que durante años había ocupado su esposa, a la que Dios se había llevado hacía ya ocho años. Se entristeció. La echaba mucho de menos.

Para tratar de aminorar esta tristeza, cerró sus ojos y recordó la magia de la noche de Reyes cuando era niño. La emoción era inmensa: la carta escrita con la letra más perfecta, los zapatos relucientes junto al árbol, la promesa de regalos increíbles.

La Noche Mágica: La espera era casi insoportable. La noche anterior, apenas dormía, imaginando los juguetes que encontraría al despertar.

El Despertar: Al amanecer, la explosión de alegría al ver los regalos bajo el árbol era indescriptible. Cada juguete, cada dulce, era una confirmación de que la magia existía.

El Descubrimiento: La revelación llegó un año, cuando escuchó a sus padres hablar. La verdad sobre los Reyes Magos se reveló como un secreto agridulce.

La Reflexión: Aunque la magia de la infancia se desvaneció, Rafael entendió el amor y la ilusión que sus padres le habían dado. Ahora recordaba con cariño esa época, valorando la alegría que sintió y la bondad que siempre lo acompañó.

Deseaba que esta magia fuera también vivida por su bisnieto. Sabía que era ya algo un poco demodé, pero merecía la pena hacerlo, para seguir viendo la sonrisa ilusionada de un niño, que le permitía también a él volver a sentir su propia niñez. Por fin se durmió y, como no, soñó con los Magos de Oriente.

Noche de Reyes – Serie Relatos Cortos – Copyright ©Montserrat Valls y ©Juan Genovés

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