Fragmento de Historias Frente al Hogar

FRAGMENTO PROMOCIONAL DE HISTORIAS FRENTE AL HOGAR (El Decapentemerón)

LIBRO HISTORIAS FRENTE AL HOGAR
LIBRO HISTORIAS FRENTE AL HOGAR – GÉNERO: NARRATIVA

Fragmento de Historias Frente al Hogar (El Decapentemerón)

Lee el fragmento promocional de Historias Frente al Hogar (El Decapentemerón). ¿Te fiarías de tu amiga?

Tres chicas junto con sus parejas se trasladan a una mansión en la isla La Graciosa.
La excusa es realizar un trabajo para la universidad sobre el Decamerón de Boccaccio.
Además si se produce un nuevo confinamiento, por lo menos estarán con sus parejas.
Aunque la realidad es la necesidad de recuperar la vida sexual.
Juegos sexuales, cuentos, traiciones, un lugar donde la amistad no tiene cabida.

AUTORES:

Montserrat Valls Giner y Juan Genovés Timoner

Dedicado a Boccaccio y su enorme legado y también para la discoteca que usando su nombre marcó tendencia en Barcelona

NOTA DE LOS AUTORES

Queremos deciros que toda esta obra es completamente de ficción… La mayoría de las cosas son producto de nuestra imaginación, pero estamos seguros de que algunas podrían estar sucediendo.

Deseamos que resulte de vuestro agrado y que paséis un buen rato leyéndolo.

NOVELA HISTORIAS FRENTE AL HOGAR
NOVELA HISTORIAS FRENTE AL HOGAR – GÉNERO: NARRATIVA

Ya desde muy pequeño he sentido un especial cariño por los libros de Giovanni Boccaccio, posiblemente el que más me influyó, quizás por leerlo a una edad demasiado temprana, fue El Decamerón.

Boccaccio enmarca esta obra, que además de su título El Decamerón tiene el subtítulo de Príncipe Galeoto, en la epidemia de peste negra que azotó Florencia en 1348.

Huyendo de la plaga un grupo de diez jóvenes, (siete mujeres y tres hombres), se refugian en una villa en las afueras de Florencia.

Deciden permanecer allí durante diez días y para entretenerse, acuerdan que cada uno de ellos, al llegar la noche, contará una historia.

Así, finalmente enmarcadas en la narrativa construida sobre las vivencias de los diez personajes, se incluyen 100 relatos cortos. De hecho 101, ya que Boccaccio incluye una historia en la introducción de la cuarta jornada.

Este trabajo de Boccaccio está lleno de alegorías. El propio nombre El Decamerón, (combina dos palabras griegas, δέκα, déka {“diez”} y ἡμέρα, hēméra {“día”}, para formar un término que puede entenderse como “[acontecimiento] de diez días”), se nutre del Hexamerón, los seis días de la creación de San Ambrosio.

Las siete muchachas simbolizan las cuatro virtudes cardinales (Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza) y las tres virtudes teológicas, (Fe, Esperanza y Caridad), en tanto que los muchachos representan la división tripartita del alma según la visión griega tradicional, (Razón, Apetito Irascible y Apetito Concupiscible).

Incluso los nombres de cada personaje tienen también un simbolismo. Desde mi modesto punto de vista, el libro es una auténtica obra de arte del final de la Edad Media. Eso sí, tan sumamente cargada de erotismo y de cierta irreverencia, que en su día la Iglesia la catalogó entre las obras prohibidas.

Tal vez por todo esto, siempre me he sentido seducido por la obra de Boccaccio. Quizás ayuda también a incrementar esta seducción el recuerdo de aquella discoteca de igual nombre que, desde fines de los sesenta hasta mediados de los ochenta, decoró los encuentros del movimiento barcelonés de intelectuales La Gauche Divine.

Por esto, cuando Montse y Juan me hablaron de este proyecto, me pareció una excelente idea.

Ellos pensaban titular el trabajo simplemente como Historias Frente al Hogar, haciendo referencia a la antigua tradición catalana de explicar contes a la vora del foc, (cuentos cerca del fuego).

Yo les sugerí que ya que pretendían rendir homenaje a Giovanni Boccaccio, añadieran a este nombre el subtítulo El Decapentemerón dado que, en su caso, los relatos se producen a lo largo de quince días en lugar de diez.

En la obra de ellos, los personajes serán solo seis. Tres muchachas y tres muchachos, así se mantiene mejor la paridad. Existe también la diferencia que, mientras en la obra de Boccaccio las muchachas comentan entre ellas: “En verdad los hombres son cabeza de la mujer y sin su dirección raras veces llega alguna de nuestras obras a un fin loable: pero ¿cómo podemos encontrar esos hombres?…”, aquí nadie dirige, nadie debe buscar a nadie, todos están en plano de igualdad.

Eso sí, en la obra de mis amigos abunda, quizás, aún más el erotismo, tal vez porque como en las muñecas rusas, juegan dentro de un juego.

Disfrutad de este homenaje, cuya pretensión es la de entretener, que en los tiempos que corren, es lo que se agradece.

P. Ribas

01. LA IDEA

El 10 de octubre de 2020 estaba bastante claro que la segunda ola de la covid-19 era un hecho. A pesar de ello, desde el gobierno, se seguía insistiendo en que todavía era precipitado para afirmarlo con rotundidad.

Aquella mañana de otoño Fe, se sentía completamente harta de la situación. El “quédate en casa” ya le provocaba vómitos.

Por suerte se desconectaba leyendo “El Decamerón”, lo hacía para tenerlo más fresco y poder así preparar un trabajo sobre la obra de Boccaccio, que se debía presentar en la universidad.

Como debía realizarse en grupo, había quedado de acuerdo con sus dos amigas Espe y Cari para hacerlo ellas tres junto a sus parejas, aprovechando que todos estaban en el mismo curso. De hecho no era el primer trabajo que hacían juntos.

Era ciertamente casual que se hubieran hecho amigas y que tuvieran estos nombres. El cachondeo pronto se había producido. Todos en la universidad las conocían como las tres virtudes. Tal vez fue por eso, que las había alentado a escoger este trabajo entre los temas que podían elegir.

Dado que las siete muchachas de la obra del escritor florentino encarnaban las virtudes cardinales y las teológicas, le pareció divertido que ellas, Fe, Esperanza y Caridad –las tres virtudes teológicas– diseccionaran esta obra precursora del Renacimiento.

Entonces, escuchando las noticias sobre la incidencia de contagios por la radio, se le ocurrió la idea. Les propondría aislarse todos, durante un tiempo, para hacer el trabajo huyendo al mismo tiempo de la pandemia.

Pese a que solo serían seis personas en lugar de diez como en la obra, se aislarían en la torre de sus padres para, de este modo, emular a los personajes de “El Decamerón”.

La similitud entre la situación por la covid-19 y la de la peste negra que asoló Florencia en 1348, les permitiría diseccionar el argumento de Boccaccio con mayor facilidad. Así, además, se podría valorar si la convivencia descrita por el escritor era factible.

Fe sonrió en tanto buscaba el móvil en su bolso. Pulsó el botón para activarlo y con rapidez trazó el patrón para desbloquearlo y en un instante estaba hablando con Caridad.

—Hola Fe… Dime, estoy liada.

—Hola Cari, quiero proponeros una idea a ti y a Espe. ¿Podrías pasar por mi casa a eso de las cuatro?

—No. Podría estar ahí sobre las cuatro y media. Como te he dicho estoy con jaleo… he de arreglar armarios… a mi madre la pandemia la está volviendo loca.

—Todos nos estamos volviendo chalados, por eso creo que lo que te contaré te animará.

—Avánzame algo…

—Tiene que ver con la “Uni”, lo del libro que te hablé

—¿El de Boccaccio?

—Sí, aunque no te diré nada más tía… ahora te dejo que voy a llamar a Espe. Si no te digo nada en contra, nos vemos luego.

Ciao, bella

Baccio, ragazza

Fe cuelga e inmediatamente llama a Esperanza.

—Sí —responde lacónica Espe

—Hola Espe, soy yo. Quiero proponeros algo a Cari y a ti. Ya he quedado con ella en mi casa a las cuatro y media. ¿Te va bien a ti a esa hora?

—Sí. No hay problema Fe.

—Menos mal. Espe está arreglando armarios y no puede más pronto… su madre…

—La mía quiere mirar fotos antiguas de mis abuelos, así que me va divino el tema para zafarme de este rollo

—Perfecto.

—Hasta luego.

Fe con una sonrisa en los labios mira la hora en el móvil, son casi las once de la mañana. Si quería tener tiempo para todo lo que pensaba hacer esta mañana, debía ducharse ya.

Como sus padres eran virólogos y estaban fuera de España por razones de trabajo, no debía tener ningún cuidado y comenzó a sacarse la ropa camino de la ducha.

En unos instantes el agua jabonosa se deslizaba por su piel, mientras, pensando en la idea que quería proponer a sus amigas, aumentaba su convicción de que hacer el trabajo así, además de ser mucho más divertido, sería un rotundo éxito.

02. LA PROPUESTA

Fe estaba casi segura de que no habría problemas por parte de sus amigas, para llevar a cabo la experiencia que se le había ocurrido. Con Bundy su pareja tampoco, pero no sabía que opinarían Acacio y Aitor. Aunque les conocía de la universidad, la verdad es que su relación con ellos era bastante superficial.

Pensó que había sido una buena idea quedar con ellas primero para decidir en cómo deberían plantearlo a sus compañeros, para que lo aceptaran. Si la idea progresaba, seguro que sería divertido. Se le había ocurrido trasladarse todos durante unos días a la casa de verano de sus padres.

Estaba totalmente aislada cerca de playa Lambra en La Graciosa. Poder alquilar un avión privado, con la pasta de sus padres, será una ventaja para poder largarse. Había oído de un futbolista que lo hizo, así que ella tampoco habría de tener problemas.

Empezó a recordar cómo era: piscina en el jardín con cubierta telescópica y climatizada a la que se accedía desde la sala de estar. Un pequeño gimnasio con todo lo necesario, incluso para los seis a la vez…

Además en la sala de estar había una chimenea mixta que podía funcionar con leña o con gas y el sistema de acondicionamiento de aire era perfecto para mantener una temperatura estable en toda la casa incluida la piscina cuando estaba cubierta si hacía mal tiempo o si la usaban alguna noche… Solo era capaz de encontrar ventajas a aislarse todos allí para realizar el trabajo.

—Dejemos de elucubrar, —se dijo a sí misma. Voy a hacer todo lo que tenía previsto esta mañana.

Salió de la casa. Justo delante tenía su scooter aparcado.

Cuando estaba a punto de ponerse el casco pasó un muchacho, cuya mirada penetrante recorrió todo su cuerpo mientras le sonreía. Ella le devolvió la sonrisa y se puso en marcha. Se dirigiría al centro, quería comprar algo de ropa y, sobretodo, unas zapatillas para correr.

Era una muchacha esbelta y atractiva. Tal vez algo delgada para su metro setenta y dos de altura. Su media melena color castaño claro endulzaba los rasgos, algo duros, de su rostro.

Tenía veintiocho años y era unos años mayor que sus compañeras. Por consejo de sus padres estudió la carrera de biología y al terminarla decidió cursar la de literatura, porque era la que realmente le apetecía.

Se desenvolvía fácilmente casi en cualquier situación. Era inteligente e intuitiva. Eso sí, aunque tenía una alta capacidad de comunicación y podía ser muy divertida, lo cierto es que no le gustaba casi nadie.

Al comenzar literatura conoció a Esperanza y a Caridad. Cuando se enteró de sus nombres no pudo evitar echarse a reír… se habían juntado las tres virtudes. Desde aquel día, aunque las tres tenían caracteres muy distintos, un poco por la casualidad de los nombres y un mucho por la química que tuvieron, se hicieron inseparables.

Tiempo después conoció a Bundy… bueno, la verdad es que se llamaba Abundio pero como no le gustaba demasiado, prefería que le llamaran por ese diminutivo que inventó para que sonara anglosajón.

Físicamente le atrajo desde el primer momento. Su carácter no le disgustaba pero, si creía estar en posesión de la verdad le costaba modificar su postura incluso frente a la evidencia de que estaba equivocado.

Se sentía a gusto con él, y aunque le quería… no terminaba de escuchar las palpitaciones que estaba segura oiría cuando se enamorara de verdad.

Después de entrar y salir de varias tiendas había comprado una camiseta, de una talla bastante mayor a la que usaba para vestir. La usaría para ponérsela encima del biquini al ir a la playa.

Compró también un minúsculo biquini y unas zapatillas con cámara de aire perfectas para correr.

Decidió regresar a casa. Comería algo y se arreglaría antes de que llegaran sus amigas.

Bundy

Bundy es un joven de 28 años bastante alto, concretamente un metro noventa y dos centímetros. Juega al baloncesto y aunque está en buena forma, en ocasiones, es un poco desgarbado.

En realidad su nombre de verdad no es Bundy. Se llama Abundio, como su abuelo y como su padre… cosas de la tradición del pueblo originario de su familia.

Su nombre no le gusta demasiado, por eso después de varias probaturas fallidas decidió usar este diminutivo con una fonética parecida al inglés.

De hecho decidió cambiarlo ya desde muy pequeño. Cuando su familia llegó a Barcelona y le llevaron al colegio, los niños comenzaron a tomarle el pelo por el nombre… No cesaban de repetir entre ellos, como si él no estuviera presente una frase que le resultaba especialmente hiriente: “eres más tonto que Abundio, que se vendió el coche para comprar gasolina”.

Le estuvieron amargando la vida hasta que a eso de los nueve años, le sacaba casi un palmo al compañero más alto… Así fue como logró el respeto de los demás, eso sí, ya había tomado la decisión de modificar su patronímico.

Comenzó por “Abu” y no funcionó, siguió por “Dio” y tampoco… Por fin se le ocurrió “Bundi” y ese sí, aunque, finalmente lo pasó a Bundy para que pareciera un anglicismo.

En la actualidad aunque sigue usando Bundy por costumbre, la verdad es que no le molesta en absoluto que le llamen Abundio… guste más o guste menos, a fin de cuentas es poco común e incluso original. De hecho Fe muchas veces usa su nombre completo al llamarle y en la agenda de su móvil consta como Abundio y a continuación Bundy entre paréntesis…

Aunque practicar el baloncesto le ha dado seguridad y ahora se relaciona con facilidad –de niño era un poco retraído, posiblemente culpa de las chanzas a cuenta de su nombre–, la verdad es que es algo tímido o simplemente introvertido.

Lo mejor de su relación con Fe es que ha aprendido a tratar a los demás sin generar excesivos vínculos emocionales. Esto le ha permitido parecer más abierto y cercano.

Esta mañana Fe le ha llamado sobre las doce y le ha dicho que por la tarde –sin darle explicaciones del porqué– se verían sobre las siete y media, en lugar de a las cuatro como habían quedado. Las prisas que tenía y la falta de explicaciones, le han dejado algo mosqueado… no lo ha visto nada claro. A ver qué explicaciones le dará.

A las tres y media, después de comer, se ha puesto una camiseta, un pantalón de deporte, se ha calzado las zapatillas de correr y se ha ido a la Barceloneta a correr por la arena… es lo mejor que se le ha ocurrido para ahuyentar sus fantasmas. Cuando sobre las seis vuelva a casa, se duchará y esperará a que Fe tenga la “gentileza” de llamarle.

Caridad

Cuando de pequeña comenzaron a llamarle Cari, le sentó fatal. Nunca le han gustado los diminutivos. Es muy echada “p’alante” y tiene claro que, si el nombre no te gusta, vas al juzgado y  lo cambias… sino apechuga con él.

Eso ha sido un motivo de discusión con Bundy. Ella siempre le ha dicho que si no le gusta que se lo cambie, pero que deje de usar esta gilipollez de diminutivo…

En una ocasión Bundy, muy serio pero aguantándose las ganas de reír, le dijo: Mira Caridad, yo te respeto y soy el único que no te llama Cari. Por favor, respétame tu a mí y llámame Bundy. Si no lo haces así, mejor deja de hablarme.

Caridad se quedó apesadumbrada y triste… toda su seguridad y naturalidad se perdió y no la recuperó hasta que pasados unos instantes Bundy estalló a reír y le dijo: —era coña, Caridad, llámame como te dé la gana. La verdad es que ahora ya no me molesta en absoluto que me llamen Abundio, porque Abundio significa rico en virtudes y yo ahora tengo las tres… a Fe casi en propiedad… a Esperanza y a Caridad de rebote… tiene cachondeo la cosa… –Todos acabaron riendo.

Caridad tenía una expresión dulce, era algo más baja que Fe y su apariencia era voluptuosa. Cierta rigidez de sus pechos al moverse hacía pensar que tal vez no eran los originales… Pero eso, en este momento, solo podía saberlo Acacio.

Caridad había llamado a Acacio y le había contado que a primera hora de la tarde habían quedado las tres porqué Fe quería proponerles algo… Cuando terminaran le llamaría para quedar y contarle de que iba el tema.

Acacio

Acacio es un joven de veinticuatro años, diez meses mayor que Caridad que ahora tiene veintitrés.

Casi todo el mundo le llama “Cacho”. Parece que la costumbre surgió debido a que cuando era pequeño y le preguntaban su nombre, él respondía Cacho. Lo que no está muy claro si era por qué no sabía aún pronunciarlo correctamente o bien por influencia de su abuelo materno que desde que nació le llamaba así.

Habitualmente es un muchacho alegre y participativo, pero desde que hace un año murió su madre, suele estar más taciturno, menos alegre y, sobretodo, más apático. Incluso –según lo que hace un tiempo Caridad le contó a Espe– sus encuentros íntimos y la calidad de los mismos habían disminuido drásticamente.

Le gusta jugar al futbol y esquiar, pero la verdad es que no es un obsesionado por el deporte. Simplemente siempre ha creído que es imprescindible para gozar de buena salud.

A pesar de que Caridad le da muestras de cariño continuamente, él en este momento, se siente poco comprendido por ella cada vez que le dice “Cacho, ponte las pilas. Sé que es muy doloroso, pero ya ha pasado casi un año. No puedes seguir así…”

Es consciente que debe superarlo, pero no sabe cómo hacerlo…  fue tan imprevisto, tan de golpe… Un reventón de la rueda delantera de la moto, había enviado a su madre bajo las ruedas de un camión. Murió a los pocos días.

Se está planteando buscar ayuda profesional.

Los únicos momentos en que consigue liberarse un poco de su pena, es cuando está con Caridad y también con los amigos –más que compañeros–, con los que han formado el equipo de trabajo en la universidad.

Gracias a Fe supo que su nombre significa “sin maldad”. Cuando se lo comentó añadió que le caía bien porque realmente era una persona de “buena fe”… y se puso a reír por el juego de palabras. A él, le costó un poco captar la sutileza de la broma.

Aunque no sabe que le propondrá Fe a Caridad, conociéndola como la conoce, seguro que tendrá que ver con el trabajo de la universidad y será algo aparentemente descabellado… Veremos de qué se trata.

Seguro que Esperanza, con su visión práctica o bien la secunda a ultranza o se opone rotundamente…

Esperanza

Es la más joven del grupo cuenta solo veintidós años –a punto de cumplir los veintitrés– tiene una visión muy práctica y es poco amante de circunloquios. Si piensa algo no se reprime para decirlo, sea lo que sea.

Responsable y dinámica, pero también bastante hedonista busca siempre que, incluso el trabajo o los estudios, le proporcionen algún tipo de placer. Esto la ha llevado a convertirse, a veces, en excesivamente perfeccionista… Aitor, su pareja, ha llegado a pensar que obtiene más placer con el trabajo bien hecho que con el sexo…

Debido a su forma de ser práctica no es proclive a usar nada en su rostro –en ocasiones muy especiales, puede utilizar pintalabios– pero siendo sinceros, su pelo azabache y sus grandes ojos verdes, lo hace innecesarios.

Le gusta divertirse e ir de marcha, aunque en ocasiones puede resultar algo cargante por su afán de hacerse notar. A cambio, cuando hace falta, se desvive por ayudar a aquellos que le importan.

Tal vez por tener una gran elasticidad, se siente cómoda practicando taekwondo… Eso sí, también en esto se esfuerza para ser muy buena. Comenzó a los quince años y es segundo dan.

Su cuerpo, sin ser musculoso, está muy fibrado y en el gimnasio es la mejor haciendo dragon flags.

Aunque se siente bien con Aitor, en el fondo, sabe que no será la pareja de su vida. No termina de encajar con él, sobre todo a nivel sexual.

Aitor

Es un joven de 25 años, que aunque se cuida, no es excesivamente amante del deporte. Le gusta la buena comida y, al igual que a Espe tiene cierta dosis de hedonismo.

Nació en Gasteiz, pero cuando era pequeño se trasladaron a vivir a Donostia. Su familia sigue allí, pero él hace un par de años se trasladó a Barcelona, para continuar sus estudios.

Aunque sus padres le dijeron que le pagarían el alquiler de un apartamento, prefirió compartir piso con otros tres estudiantes para que no gastaran tanto. Además esto, al menos en teoría, debería suponer que el trabajo de la casa quedara más repartido…

Como Espe le ha avisado que no podrán verse hasta eso de las siete y media, porque tenía que resolver unos temas con Fe y Cari y eso hace que al mediodía dispondrá de más tiempo, ha ido a comprarse un buen vino txacoli y preparará unas kokotxas de merluza al pil pil. De algo le ha de servir saber cocinar.

Además cuando termine de comer, para hacer bien la digestión, de postre se comerá una porción de pantxineta con un buen trago de patxaran. Luego, si le apetece, se tumbará un ratito a echar una siesta.

Espe le gusta mucho, pero hay algo que no consigue identificar que no termina de funcionar. Cuando consiga tenerlo claro lo hablará con ella. Le gusta hablar las cosas de frente… al pensar esto último sonríe y recuerda el día que a Fe se le ocurrió explicar a cada uno el significado de su nombre. A él le dijo que el suyo significaba “noble”… Tal vez era cierto…

Video llamada de Fe a sus padres

—¡Hola cariño!  ¿Pasa algo?

—No papá, estoy bien, ¿por qué había de pasar algo?

—Me extraña que nos llames a esta hora.

—Bueno, no pasa nada, pero os quería pedir una cosa…

—Ya me extrañaba…

—¡Cualquiera diría que nunca os llamo…!

—Nunca, nunca… tampoco, pero a veces pasan días y no sabemos nada de ti…

—Sí, es cierto que con los temas de la universidad, en ocasiones tardo más de lo que quisiera en llamaros… pero también podéis llamar vosotros…

—Ya lo hacemos… si no casi no sabríamos nada de ti…

—Vale… tampoco nos pasemos…

—Ja, ja, ja… encima nos pasamos… bien, vamos al grano… que te hace falta…

—Mira papá, en la universidad hemos de hacer un trabajo sobre alguno de los clásicos que nos han propuesto y lo hemos de hacer en grupo…

—Sí, imagino que como otras veces.

—Así es, pero como esta vez el trabajo versará sobre El Decamerón de Boccaccio, (que como sabes está ambientado en la época en que la peste negra azotó Eurasia), he pensado que si nos dejáis, nos aislaremos en la casa de La graciosa. Pienso que si lo hacemos así, podremos comprender mucho mejor tanto a los personajes, como al escritor.

—Pero si vais allí, ¿cómo asistiréis a clases?

—De momento seguimos haciéndolas a distancia. He preguntado y si la situación cambiase, cosa que dudo, no habría problemas en seguir haciéndolas online.

—Pero ¿en qué forma pensáis desplazaros? Además seguramente necesitareis haceros un PCR cada uno…

—Sí… en esto es también un tema en el que necesito vuestra ayuda. Vosotros en más de una ocasión os habéis tenido que desplazar por trabajo en un avión privado y, además, estáis en contacto con muchos laboratorios.

—Pero todo esto va a costar un montón de dinero…

—Por eso os pido ayuda… también me iría muy bien que me dejarais usar vuestra cuenta en el supermercado de Yaiza…

—¡Y que más…! ¿Te enviamos también un asistente…?

—Venga papi…no seas rácano… Todo lo que te pido no creo que sobrepase los doce mil euros… al fin y al cabo este año no hemos hecho ningún viaje…

—¡Vaaale…! Llama a Pedro al despacho y que se ocupe de solicitar los PCR y que gestione el alquiler del jet… pero por favor cuidar bien la casa y ve llamando de vez en cuando… ¿Cuánto tiempo estaréis…?

—No lo sé con certeza. Calculo que entre quince y cuarenta y cinco días…

—¡Joder! ¡Tú eres capaz de olvidarte de nosotros incluso en Navidad…

 —No papá… no perdería la Navidad con vosotros por nada del mundo… solo de pensar en los canelones que hace mami, se me hace la boca agua…

—Como diría tu abuelo… eres más falsa que un duro sevillano…

—Ja, ja, ja ¿cómo puedes pensar esto…?

—Por eso no me hice herrero…

—¿Qué quieres decir…?

—Je, je, je… por aquello de piensa mal y no errarás… Seguro que me moriría de hambre…

—¿Es por el hambre que te comes la H…?

—Dejémoslo aquí cariño… te paso con mamá. Te quiero.

—Yo también a ti

—Hola hija, ya he oído lo que le has pedido a tu padre… Te has pasado un poco… ¿no crees…? Bueno, por lo menos alguien aprovechará la casa.

—Sí mamá… además así veré si todo está bien…

—Hija… cada semana va el jardinero. Si hubiera pasado algo ya lo sabríamos.

—Ya… me refiero a cuidar el interior de la casa…

—Seguro que está mejor que como vais a dejarla…

—Menuda confianza…

—A las  pruebas me remito… enfoca a tu habitación…

—Ahora no mami, que aún tengo que arreglarla…

—Ya…

—Verás cuando volváis como lo encontraréis todo reluciente…

—Seguro que sí…por intervención del Espíritu Santo…

—Ja, ja, ja… No seas blasfema.

—Bueno hija nos hemos de ir, nos espera un representante de la OMS. ¿Cuándo tenéis pensado marchar?

—Si no pasa nada raro el día 17…

—Pasarlo bien, pero no olvidéis dedicarle tiempo al trabajo…

—A eso vamos mamá…

—Besos Fe… Te quiero, cuídate…

—Y yo a ti mamá, cuídate tú también… besitos

Fe corta la videoconferencia y piensa que sus padres, aunque no tuvieran dinero, son maravillosos…

Mira su reloj, son las tres y cuarenta y cinco… ya ha comido… solo le queda arreglarse. Se dirige al baño y piensa que seguro que sus amigas llegarán más tarde de las cuatro y media, pero mejor que ella esté a punto por si acaso.

Cuando les explique todo el plan y se despidan, llamará a Bundy para irse por ahí… o no… dependerá del estado de ánimo… Preferiría que se quedaran en casa… la idea del aislamiento la ha excitado un poco…

La reunión

Son las cuatro treinta y nueve minutos cuando el timbre del vídeo portero interrumpe los pensamientos de Fe.

Antes de abrir contempla las caras sonrientes de Cari y Espe en la pantalla y les dice: —Pensaba que os habíais olvidado…

—A mí no me digas nada… ya sabes que con Caridad no hay quien llegue a tiempo…

Caridad mira a Esperanza simulando cara de cabreo…

—Pasad… espero que os guste lo que voy a proponeros…

Pasan unos instantes y las dos entran en el piso. Antes de que puedan pronunciar palabra, Fe, henchida de alegría, casi gritando dice:

—¿Sabéis chicas? ¡Nos vamos a La Graciosa!

—¿Cómo que a La Graciosa? Si no se puede viajar –comenta extrañada Espe…

—Iremos en un jet privado –dice Fe.

—¡Tú estás loca tía…! Y que leches vamos a hacer en La Graciosa… que yo sepa solo hay cuatro casas…

—Algunas más Cari… allí viven unas setecientas personas… Ya sé que no lo sabéis, pero mis padres tienen allí una casa estupenda y les he pedido que nos la presten. Hace un ratito que he hablado con ellos…

—Y ¿para qué vamos a ir allí? ¿Qué se nos ha perdido?

—Qué poca imaginación tenéis… ¿Qué hacían los personajes de “El Decamerón”? ¿Dónde estaban?

—Se estaban protegiendo de la peste negra aislándose en una casa de las afueras… –acierta a comentar Cari–  ¿Pero qué tiene que ver con nosotras? Ya me contarás que hacemos allí las tres solas…

—De eso se trata, vamos a imitar a los personajes de la obra… es lo mejor para conseguir un trabajo realmente original y realista… además, no estaremos solas, tenéis que convencer a vuestros respectivos y yo lo haré con Bundy…

—¿Quieres montar una orgía? –replica Espe con sorna…

—¡Pero que bestia eres! Lo que quiero es hacer lo que hacían estos personajes… vivir juntos, pasar el rato juntos y, día a día, relatar una historia cada uno sobre el tema que elija el rey o reina del día…

—Eso es una barbaridad, ya me parece muy difícil inventarse una historia al día para que además deba versar sobre un tema concreto…

—Mira Cari… todo esto lo iremos puliendo sobre el terreno. Es precisamente lo que nos permitirá destripar la obra y hacer una crítica montada sobre nuestras propias vivencias… A mí me parece una idea genial… Además, no será durante un tiempo definido. Podremos estar más o menos, según nos sintamos.

—Me parece una barbaridad por varias razones. No sé qué opinarán nuestras familias… a Acacio por lo menos, no será fácil convencerle… por otro lado no podemos dejar de ir a la universidad si hay clases presenciales.

—Caridad, si te lo propones podrás convencer a Acacio… no nos va a costar nada. Todo lo pagarán mis padres. Para poder viajar, nos harán a todos una PCR… para evitar los transportes colectivos mi padre nos regala el viaje en jet privado y me deja usar su cuenta para comprar comida en el súper de Lanzarote y que nos la envíen a casa en La Graciosa…

—Pero esto les costará una pasta bestial…

—No te preocupes Espe… pueden permitírselo y encima ahora con la pandemia, aún están teniendo mejores ingresos… ¿Así qué, estáis de acuerdo?

—Yo lo tengo que pensar, no me gusta hacer las cosas por impulso… además están las clases…

—No seas aguafiestas Espe… y no te preocupes por la universidad. Ya he pedido permiso para que hagamos el trabajo de esta manera y les ha parecido una buena idea… Me han dicho que aunque se hagan las clases presenciales, permitirán que nosotros sigamos estudiando online…

—Bueno… déjame que lo piense…

—Yo por mí –murmura Cari– si mis padres no se oponen y consigo convencer a Cacho me parece bien…

—¡Bien! –grita Fe, entre ilusionada y exultante– ¡Nos vamos a Canarias…!

—Si me decido –aclara Espe– para comer un día deberás garantizarme que tendremos vieja con papas arrugadas y mojo picón

—¿Qué narices es la vieja? –pregunta Cari

—Un pescado típico de Canarias… muchas veces secado al sol durante cuatro días para hacer jareas… Está buenísimo –responde Espe…

Fe da un salto de alegría e insiste —¡Nos vamos a Canarias chicas!

Fin del Fragmento promocional de Historias Frente al Hogar (El Decapentemerón)

COMPRAR EDICIÓN TAPA BLANDA
COMPRAR EDICIÓN EBOOK