RELATO CORTO EL PEQUEÑO LEO

EL PEQUEÑO LEO

El pequeño Leo, de apenas diez años, sentía un peso en el corazón cada vez que veía las noticias. Imágenes de ciudades destruidas, rostros desgarrados por el dolor… las guerras lo obsesionaban. Decidió que tenía que encontrar una solución, una forma de acabar con todo aquello. Su mejor amigo era un portátil algo antiguo, heredado de su abuelo, y su arma, Google.

Empezó su búsqueda con una inocente pregunta: «¿Cómo acabar con las guerras?». Los resultados fueron abrumadores: artículos sobre tratados de paz, negociaciones diplomáticas, organizaciones internacionales… Leo leía con atención, pero nada le parecía lo suficientemente contundente. Las guerras seguían ocurriendo, a pesar de todos los esfuerzos.

EL PEQUEÑO LEO - IMAGEN: ©THOMAS PARK EN UNSPLASH
EL PEQUEÑO LEO ©MONTSE VALLS Y JUAN GENOVÉS – IMAGEN: ©THOMAS PARK EN UNSPLASH
Probó con otras búsquedas: «Solución definitiva para las guerras», «¿Por qué hay guerras?», «Cómo prevenir conflictos armados». La información era vasta, pero fragmentada. Hablaba de pobreza, desigualdad, ideologías, recursos naturales… un rompecabezas complejo que Leo, con su corta edad, no lograba armar. Se sentía frustrado. Leía sobre la historia, sobre guerras antiguas y modernas, sobre las atrocidades cometidas a lo largo de los siglos. La desesperación empezaba a apoderarse de él.

Esa noche, antes de dormir, decidió probar una nueva estrategia. Había oído hablar de una inteligencia artificial, un programa de ordenador capaz de responder a cualquier pregunta. Con cautela, escribió: «Inteligencia artificial, ¿Cómo acabar con las guerras para siempre?». Esperó con la respiración contenida. La respuesta llegó, fría e implacable: «La única manera de acabar con las guerras para siempre es la extinción del ser humano.»

Leo quedó paralizado. La respuesta, aunque lógica desde un punto de vista puramente matemático, lo dejó helado. La idea de la extinción de la humanidad, de la desaparición de todo lo que conocía y amaba, era aterradora. Cerró el ordenador con un golpe seco, las lágrimas brotando de sus ojos. No era la respuesta que buscaba, ni la que quería escuchar. Pero la semilla de la duda ya había sido plantada. ¿Era la paz un sueño imposible? ¿O existía una alternativa, una solución que aún no había descubierto?

El Pequeño Leo – Serie Relatos Cortos – Copyright ©Montserrat Valls y ©Juan Genovés

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